Un paseo por el parque nos vendría bien opino, a la vez que propongo a Olimpia estirar las piernas aquella tarde agonizante del último día del 2007 y sin más, nos encaminamos al parque cercano a casa, poblado de senderos que invitan al deambular y disfrute, antes de que decaiga la tarde. De repente unos timidos maullidos rompen el silencio, sorprendida y guiada por los mismos me voy acercando hasta llegar a una boca de agua, allí acurrucada una gatita de pelo color rojizo mira como implorándome y sus maullidos se acrecentan con mi presencia, a primera vista ese animal tendrá sed pienso, en contra de otros gatos callejeros no se la ve asustada ni huye despavorida en presencia de un ser humano, esa actitud me sorprende, no me atrevo a tocarla por precaución.
Olimpia se acerca preguntándome que sucede y le enseño el animalito, ambas nos perdemos en conjeturas respecto de su suerte, luego sin pensar más en el tema, reanudamos el paseo y decidimos retirarnos pronto, la humedad al declinar la tarde nos cala los huesos y esa desagradable sensación convierte en imperiosa la necesidad de volver al calor del hogar.
Durante el recorrido mil pensamientos y sensaciones invaden mi mente, mi paz es ya puro recuerdo, la conciencia empieza a machacarme de lo lindo... -" Esa gatita sola quizá enferma, hambrienta tiritando de frio en ese parque desierto... pobrecita, no la puedes dejar así... y la otra voz... te vas a meter de nuevo en camisas de once varas, dejate de historias que Dios proveerá... aún así tales deliberaciones entorno a Rogeta, como la bautice, distaban de acallar mi conciencia, siempre taladrándome las sienes. a decir verdad ella nunca descansa, parece que le den cuerda y por ende me mantiene siempre en el candelero. Llegamos a casa y trás un vano intento de distraernos con el culebrón de turno de la TV, decidimos volver al lugar de encuentro de la gatita, provistas de algo de comida y agua para reconfortar al animalito. Una vez in situ, notamos que la tal Rogeta no se ha movido, parece que tiene dificultades para andar, una observación exhaustiva de su cuerpecito de unos cinco años de edad calculo, me confirma lo que me temía, parece que no tiene uñas y advierto costras en la raíz de las mismas como si se las hubiesen arrancado, también le falta parte de la nariz ¿ se habrà peleado con otros gatos ó seràn secuelas ? como no soy veterinaria, de nada sirve que elucubre al respecto...
Al volver por segunda vez al parque me lleve una bolsa de plástico por si las moscas... posiblemente me rondaba por la mente llevarmela y meterla en la bolsa a fin de evitar un contacto directo. Sin pensarlo más y de común acuerdo con Olimpia nos la llevamos a un descampado colindante de casa, una vez allí dejo a mi amiga la gatita y voy en busca de una caja de cartón susceptible de convertirse en madriguera provisional hasta que se me ocurra otra idea para protegerla de la intemperie y otros males al acecho. Ni que deciros que no dormí nada, preguntándome si las ratas no se ensañarían con el animal, si tendría frío, si habría comido, se no se sentiría sola, en fin un sentimiento de culpa injustificado... en teoría que me impidió refugiarme en los brazos de Morfeo como era mi deseo.
Tras una anoche infernal... me levanto con una resaca horrorosa, mi almohada acusa las mil vueltas que dí al tema y me precipito a la ventana, obviamente el refugio de Rogeta no está a mi alcance y no la veo, en ese momento oigo a Olimpia moverse en su habitación, rauda y veloz, más que pedirselo, le ruego baje a la calle y me cuente que tal está nuestra protegida. Al cabo de un rato vuelve consternada y me cuenta que Rogeta ha desaparecido ¡ horror ! mil escenas encarnizadas pasan por mi imaginación :-" unos malhechores la habrán secuestrado y torturado, me la tenía que haber llevado a casa, pero claro estaba llena de llagas y podía ser contagioso "... En última instancia la empleada de la PROTECTORA DE ANIMALES, quién viene a diario dar de comer a los gatos del vecindario, la oiría maullar y se la habrá llevado para cuidarla "-
Al día siguiente Olimpia quién me intuye como nadíe, al notar la presencia de Consuelo la empleada de la PROTECTORA DE ANIMALES, corre a su encuentro y desde la ventana de casa veo como entablan una conversación que promete ser alentadora, en efecto tras unos minutos de ausencia, mi amiga vuelve y me comenta que Rogeta se encuentra a buen recaudo y que los veterinarios de la Protectora hacen lo indecible para devolverle la salud, aunque desconocen el mal que le aqueja. Transcurren los días y desde mi ventana observo de vez en cuando a Mohamed y a Sara los gatos del tejado colindante, desayunan croquetas que Consuelo a diario les lleva, los bautizó con esos nombres originales al nacer, confiesa esa alma caritativa durante un breve encuentro con Olimpia. Mi amiga previsora da mi teléfono a Consuelo y al cabo de unos días ésta a traves de una llamada me informa que a Rogeta los veterinarios le diagnosticaron LEPRA, ante la imposibilidad de curarla optaron por sacrificarla. Parece ser que no se suele dar ese tipo de enfermedad en animales y que posiblemente alguna rata la mordiera añadiría la cuidadora, contagiándole la enfermedad irreversible, sentenciándola a muerte con horribles sufrimientos, pues al parecer no para de maullar a pesar del tratamiento administrado, nos comenta.
Imagino que a estas alturas del año, Rogeta pasó a mejor vida, sé que hice lo correcto, mi conciencia está tranquila al igual que lo hice con Tara una cachorita de perra de raza desconocida que encontre en un callejón una tarde de verano al volver de mi trabajo. Tras mil pensamientos contradictorios y alimentarla la lleve a un veterinario quién tras reconocerla, me dijó que su sacrificio era inevitalble por sufrir una luxación congenita de la cadera que mermaría sus movimientos de por vida y le ocasionaría un sin fin de sufrimientos físicos. Algo para recordar y actitud reiterativa es la que me llevó a compadecerme de un animal enfermo.
Deberíamos plantearnos la posibilidad de mejorar la situación de aquellos animales abandonados e indefensos, sólos, sin casa, y enfermos, no cuesta nada idear una solución, en cualquier caso la PROTECTORA DE ANIMALES brinda su ayuda, dispuesta a cuidarlos, a mejorar su suerte y evitarles un fatal desenlace, el número es : 96 340 02 40. Evitar sufrimientos a animales también es un deber ciudadano y tan sólo requiere buena voluntad y cuesta una llamada de telefóno, asi de sencillo y provechoso para ellos, no lo perdamos de vista, ellos nos lo agaradecerán...
IRINA